Por una parte encuentro que su literatura enseña a sus miembros que no salgan de los rangos de la iglesia madre, mientras que, por otra parte, encuentro que está causando muchos problemas en la iglesia ¿cómo puede armonizar su precepto con su ejemplo? ¿Por qué no consagra su tiempo a esfuerzos evangelísticos, trayendo almas errantes al conocimiento de la verdad y dejar a la iglesia en paz?
Sin duda creemos que este no es un tiempo para estar jalando en diferentes direcciones, sino realmente estar buscando la unidad. Y el mensaje que estamos llevando a la iglesia, no contiene ninguna doctrina o enseñanza que justifique que salgamos de los rangos de la iglesia para llegar a ser una secta separada, sino por el contrario, absolutamente prohíbe que hagamos esto. Por estas razones, desde un principio, constantemente rehusamos, aún frente a un trato abusivo, a salir de la iglesia madre.
Por lo tanto, en lo que nos concierne, en cuanto a la existente controversia y división, es la responsabilidad de los hermanos dirigentes de la Denominación, y no de nosotros, porque sólo estamos llevando a cabo el precepto expreso del Señor y su ejemplo de jamás sacrificar la verdad. Y ellos mismos admiten que deberíamos obedecer a Dios antes que a los hombres. Por lo tanto, sobre ellos descansa la pesada condenación de repetir la locura trágica de los judíos en el tiempo de Cristo, rechazando el mensaje de la hora, “no entrando ellos mismos” en la expansión de la verdad, impidiendo a los que quieren entrar y echando fuera a los que entran.
Así que, consagrar nuestro tiempo para evangelizar al mundo mientras descuidamos la iglesia, sería un acto criminal, una de las más altas traiciones para Dios y su pueblo. La iglesia primero debe ser salvada de su condición laodicense, de ser “desventurada, miserable, pobre, ciega y desnuda.” Ella, no el mundo, está a punto de ser vomitada. Ella “es el único objeto en la tierra al cual Él concede su suprema consideración.” –Testimonios para los Ministros, p. 15.
Pero en su actual estado deplorable de ceguera y destitución, como lo expone el Testigo Fiel (Apoc. 3:14-18), ella no es completamente idónea para la tarea que se le ha asignado, y debe ser rescatada de su triste engaño, antes que ella pueda llegar a ser un refugio seguro y una influencia salvadora para los que se lleguen a unir a sus rangos. Si Dios la abandonara en su condición laodicense en la que ahora languidece, no solamente ella misma se perdería, sino como consecuencia, también el mundo entero se perdería junto con ella. Por lo tanto, Él debe despertarla o levantar otra para hacer la obra que necesita hacerse.
Sin embargo piense, ¡qué gozo eterno sería para Él, capacitarla y usarla para su gloria, en lugar de abandonarla! Así que, en lugar de levantar otra como último recurso, Él está tratando de salvarla, y la salvará, como ha prometido:
“Satanás obrará sus milagros para engañar, establecerá su poder como supremo. La iglesia parecerá a punto de caer, pero no caerá. Permanece, mientras que los pecadores en Sion serán zarandeados. El tamo tiene que ser separado del precioso trigo. Esto es un evento terrible, pero, sin embargo tiene que ocurrir. Ninguno sino los que han estado venciendo por la sangre del Cordero y la Palabra de su testimonio, serán encontrados con los leales y verdaderos, sin mancha de pecado, ni engaño en su boca. El remanente que purifica sus almas obedeciendo la verdad recibe fortaleza del proceso de prueba, exhibiendo la belleza de la santidad en medio de la apostasía que les rodea. . .
“El gran evento tan eminente separará a los que Dios no ha designado, y Él tendrá un ministerio puro y santificado preparado para la lluvia tardía.” –Carta 55,1886. [Manuscritos Publicados – Manuscript Releases, t. 12, p. 327]
Si el Señor fuera –quien Él mismo cuando estuvo en la tierra dedicaba todo su tiempo al esfuerzo exclusivo de salvar a su iglesia entonces perdida, – si nos enviara al mundo, en vez de a su iglesia perdida de hoy, esto no sólo significaría traer al inocente para perecer con los culpables, sino mostraría que el Señor está cambiando completamente su propia práctica y contradiciendo sus propias órdenes a sus apóstoles que ellos predicaran la Verdad Presente primero a la iglesia. (Mat. 10:5, 6).
Por lo tanto, en misericordia y en conformidad con su eterno procedimiento, Él designó que “mientras se prosigue el juicio investigador en el cielo, mientras que los pecados de los creyentes arrepentidos son quitados del santuario, debe llevarse a cabo una obra especial de purificación, de liberación del pecado entre el pueblo de Dios en la tierra.” Esta es su obra especial. “Entonces la iglesia que nuestro Señor recibirá para Sí será una ‘Iglesia gloriosa, no teniendo mancha ni arruga, ni otra cosa semejante.’ ” –El Conflicto de los Siglos, p. 478
“El Señor no obra para traer a muchas almas a la verdad,” Además el Espíritu de Verdad dice, “debido a los miembros de iglesia que nunca han estado convertidos, y a aquellos que una vez se convirtieron, pero que han apostatado. ¿Qué influencia tienen sobre los nuevos conversos estos miembros no consagrados? ¿No anularían el efecto del mensaje dado por Dios que su pueblo ha de presentar?” –Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, p. 547.
Pero cuando los que han apostatado y los inconversos, la cizaña, sean quitados, “Entonces ella aparecerá ‘como el alba, hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejército con banderas tremolantes.’ ” –El Conflicto de los Siglos, p. 478.
Si, los paganos honestos tienen que ser y serán evangelizados, sin embargo “las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mat. 10:6) tienen que buscarse primero. Por lo tanto, cuán agradecidos y que cooperadores debieran ser, y lo serán cuando descubran que en vez de ser ricos y aumentados con bienes y sin necesidad de nada, son en realidad “desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos,” – en necesidad de todo; y que el Señor está esperando que ellos se despierten al hecho para que Él pueda hacer de ellos lo que debieran ser.
Por estas razones Dios dice ahora que trabajemos adentro de la congregación laodicense en lugar de afuera. Y lo que Él dice es lo que quiere decir, y no nos atrevamos a desobedecer, no importa lo que los hombres puedan decir o hacer.
-Víctor Houteff, El Respondedor t. 2, pp. 58-63.